El funcionamiento de las líneas de
colectivos y de la mayoría de los ramales de subterráneos
determinaban este jueves en la Ciudad un escenario menos complicado que el
esperado para los usuarios de medios de transporte públicos en una
jornada de paro nacional como la convocada por las CGT Azopardo y
Azul y Blanca, además de la CTA disidente.
Sin embargo, tanto los colectivos como
los subtes operaban con escasos pasajeros, dado que el paro se sentía
con mucha fuerza en los distintos ramales ferroviarios que unen a la
ciudad de Buenos Aires con el Conurbano bonaerense. A raíz de esta
situación, millones de trabajadores decidieron quedarse en sus
hogares, a costo de perder el presentismo laboral.
El panorama era similar en las
cabeceras de Constitución, Once y Retiro, donde los trenes estaban
paralizados pero funcionaban los colectivos y los subterráneos. Para
las personas que trabajan en la Ciudad el viaje no fue imposible,
pero la falta de trenes -debido a la huelga del sindicato La
Fraternidad, que nuclea a los maquinistas- hizo el trayecto más
lento.
En el caso de los subtes, los
metrodelegados -que en su mayoría responden al kirchnerismo-
comunicaron que funcionaban todas las líneas a excepción de la B,
que une el trayecto entre Leandro N. Alem (en el Bajo porteño) y
Juan Manuel de Rosas, en el barrio de Villa Urquiza. Los
sindicalistas que controlan ese servicio están alineados con
partidos de izquierda.