Animales BA Perros y Gatos ofrece algunos consejos para cuidar y proteger a los perros y gatos frente a las altas temperaturas del verano.
Los perros y los gatos son mucho más sensibles al calor que las personas, ya que poseen pocas glándulas sudoríparas y no pueden transpirar como nosotros. Estas glándulas sólo están presentes en las almohadillas plantares, por lo tanto, eliminan el calor principalmente mediante el jadeo y a través del contacto directo de las zonas con menor densidad de pelo con superficies frías. En los gatos, además, el acicalamiento ayuda a bajar la temperatura al humedecer su pelaje a través del lamido.
Cuando estos sistemas termorreguladores del animal no son suficientes para contrarrestar las elevadas temperaturas exteriores, puede desencadenarse entonces un golpe de calor, un síndrome que se caracteriza por el incremento de la temperatura corporal de manera tal, que produce el mal funcionamiento de todos los procesos fisiológicos del individuo. Sus efectos pueden ser temporales o irreversibles, pueden provocar incluso la muerte, y esto va a depender de varios factores: características propias del animal, tiempo de exposición y la temperatura a la que estuvo expuesto, entre otros.
¿Cómo prevenir el golpe de calor? Mantené a tu perro o gato en casa, en ambientes ventilados, frescos y con sombra, y dejale siempre agua limpia y fresca disponible. Evitá exponerlos directamente al sol y las salidas en horas de más calor, realizando los paseos diarios con tu perro temprano a la mañana o al anochecer
¿Qué factores predisponen al golpe de calor en los perros y gatos?
Las condiciones del entorno en el que se encuentra el perro o gato tienen un impacto significativo en el riesgo de que sufra un golpe de calor. Dentro de estas condiciones se encuentran:
● Ambientes con alta temperatura y humedad.
● Espacios reducidos y/o mal ventilados, como puede ser el interior de un vehículo estacionado, una habitación, transportadora, etc.
● Falta de agua fresca disponible.
● Exposición al sol.
En apenas 15 minutos, un perro o un gato pueden morir dentro de un auto. A veces, ni siquiera una intervención rápida consigue evitar los problemas vasculares, las hemorragias o el edema cerebral.